Verano intranquilo

domingo, junio 15, 2008

Cuántos veranos intranquilos llevo cocinando a fuego lento esta idea en mi cabeza y todavía no sé cómo decirla siquiera. Mal augurio para un poeta.

Tengo horas escuchando Greatest. Me acabo de quitar una hoja seca del cabello, de la charla de hoy en el parque, del viento elevando estas pequeñas naves hacia la tumba de la tierra. Lo cierto es que fueron semilla y crecieron y se apartaron del árbol y, por un instante, se proyectaron sobre la rabia del viento de la tarde nublada... luego nada.

Cuando me despedí Dávil marcó. “No nos quedan tantas noches como quisiéramos”, dijo, “No”, digo. “Así que, men, vamos a brindar por ello”. “No”, digo, cuelgo. Voy a un teléfono público y le hablo a Yuni. “Tengo roto el corazón”, digo. Dice “No sé de qué hablas... yo aún lo tengo guardado, aquí, conmigo”. “No seas tonta Yu”. Silencio. Detrás la lluvia y los coches ensordeciendo la charla. “Me han roto el corazón sin saberlo”. Cuelgo y voy a casa. ¿Cómo podría atreverme siquiera a robarle un beso, señorita?

Cuántos veranos intranquilos llevo cocinando a fuego lento esta idea en mi cabeza.

Y de nuevo, no es esta mujer.

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